lunes, 13 de diciembre de 2010

Construyendo solidaridad


Era una mañana fresca de mayo en el barrio “La Ilusión” de Zarate. Todos los voluntarios de la ONG “Un techo para mi país” están listos para conocer a las familias a las cuales iban a ayudar a comenzar un futuro distinto en una casa propia.
Los jóvenes se separaron en grupos y comenzaron a caminar por el barro y la tierra buscando las casillas que en dos días serían casas con paredes y techos de madera. Casas de emergencia, pero casas al fin.
Martin era uno de los últimos en la cuadra, ahí vive con sus cinco hijos, su esposa y un hermano que duerme allí periódicamente. Cuando llegamos a la puerta nos recibió Claudio, uno de los menores de la familia. Nos miro de reojo y con vergüenza. Estaba a un costado de la casilla, con cara de dormido y lagaña en sus ojos. Lo saludamos de lejos y bajó la mirada. Por un momento pensé que no sabía que íbamos a construirle una nueva casa que su padre había solicitado para ofrecerles un hogar mejor.
A los pocos minutos salió Martín, el padre de la familia. Un hombre joven de aproximadamente treinta años pero que lucía mucho mayor. Él también recién se levantaba. Nos recibió y nos hizo pasar al terreno. Era igual de vergonzoso que su hijo. Hablaba bajo y cuando lo hacía miraba hacia el piso. Pese a esto, lo noté emocionado.
Nos hizo caminar hacia atrás de la casilla, donde todavía dormían su mujer y sus otros cuatro hijos. El terreno era pequeño pero la casa de emergencia que le íbamos a construir cabía perfectamente. La tierra estaba húmeda porque el día anterior había llovido demasiado, pero eso no impediría la construcción. Quizá ese era el motivo por el cual se sentía tanto olor a cloaca, además de la situación de higiene del lugar, ya que no tiene cañerías por donde corren los desechos del baño y considerando que la única canilla que tienen está afuera de la casa y no poseen pileta ni bacha.
“Mi idea es que esta nueva casa nos quede para dormir y la que tenemos ahora sea para el baño, la cocina y que ahí duerma mi hermano que a veces vive con nosotros”, nos contó Martín. Iba a continuar pero un llanto lo interrumpió, era su hija Yamila de un año y dos meses. Enseguida salió Andrea, su mujer, con la bebé en brazos. Sólo dijo “hola” de lejos, no se animó a acercarse, por ahora. Se dirigió a la soga donde estaba tendida la ropa y recogió una toalla desteñida. Ingresó otra vez a la casilla. “Seguro le fue a dar de comer a Yamila”, agregó Martín.
Luego de acomodar nuestros martillos, pinzas y demás herramientas de trabajo, sin olvidarnos del mate de José, el correntino del grupo, nos pusimos a trabajar.
Comenzamos poniendo los seis pilotes de madera que serían la base para apoyar el piso sobre el cual se levantaría la casa. Lo más difícil fue hacer los pozos y lograr que todos los palos queden a igual altura para que el piso no quede inclinado. Aunque el suelo estaba mojado, la tierra seguía muy dura y nos tuvo que ayudar un vecino, que es albañil, y tenía una pala especial para hacer pozos. Esto agilizó mucho el trabajo engorroso de poner los palotes y preparar la base.
Para ese entonces, ya estaba la familia integrada al grupo de voluntarios, Claudio nos charlaba mientras cavábamos, Martín preparó los palotes pintándolos con querosene quemado para protegerlos de la humedad, Yamila gateaba por la tierra, los hermanitos mayores se fueron a jugar con los vecinos y Andrea nos cebaba mates.
Para el momento de almorzar nos juntamos con los otros voluntarios del barrio y, brevemente, comimos los fideos con tuco más ricos de nuestras vidas. No sabíamos si eso se debía al hambre que teníamos o porque Rosa, la jefa de la sociedad de fomento, era una gran cocinera.
Retomamos las actividades a las tres de la tarde. El cuerpo ya sentía las horas de trabajo y los brazos estaban pesados de tanto sacar tierra con la pala. Ese cansancio se iba inmediatamente cuando veíamos el avance de la casa. A esta altura ya estaba puesto el piso sobre los pilotes. Nos faltaba clavarlo con cuidado y verificar que esté en perfectas condiciones para continuar ubicando los paneles que formarían las paredes.
Al finalizar el día, a la hora que se escondió el sol, ya habíamos puesto dos paneles, uno de ellos tenía el espacio para colocar la única ventana que tendrá esta casa. Pero eso lo terminaríamos al otro día ya estábamos demasiado agotados para seguir y la falta de luz eléctrica nos impedía continuar la construcción.
Esa noche dormimos “como angelitos”, como dice la frase popular, a pesar de las incómodas bolsas de dormir y los fríos salones de la escuela primaria Nº 2 que nos servían de habitación. Había un calefactor pero no pudimos encenderlo, por lo tanto, nos pusimos más ropa y así pasamos la noche. Noche que resultó muy corta ya que a las siete de la mañana nos despertaron los coordinadores del grupo con música a volumen muy alto. Uno de ellos, disfrazado de oso, se encargó de despertar a los remolones que no podían abrir sus ojos y salir de las bolsas de dormir.
Por suerte un rico desayuno con pan y manteca nos estaba esperando en el salón de actos de la escuela, ahora, nuestro comedor diario. El té con leche sirvió para calentar el cuerpo y así arrancar otro día agitado. Debíamos terminar las casas antes del anochecer.
Un colectivo escolar nos llevaría al barrio. En el viaje algunos aprovecharon para dormir, otros cantaban y alentaban a aquellos que aún tenían cara de cansados.
Llegamos a la casa de Martín, esta vez ya estaban todos despiertos esperándonos. Había olor a leche caliente y, al ver a Yamila tomando la mamadera, confirmé de donde procedía el aroma, el cual me hizo acordar a mi infancia y a mis días en el jardín de infantes donde nos servían una taza de chocolate caliente que yo tomaba con asco. Nunca me gustó.
Esa mañana nos costó mucho empezar, veníamos acumulando el cansancio del día anterior y, a eso, se le sumaron las contracturas provocadas por el hecho de dormir en el piso.
Al colocar los paneles de paredes restantes, nos encontramos con un problema, no teníamos las aberturas, faltaba la ventana y la puerta. Inmediatamente lo comunicamos a los coordinadores que se pusieron en contacto con el equipo de logística. Efectivamente, había entregado menos aberturas. A horas de la tarde nos llegarían los elementos faltantes. Por lo tanto, continuamos con el techo.
Pusimos las vigas de madera. Eran muy pesadas, por lo que los hombres del grupo fueron los encargados de subirlas. Luego colocamos una capa de membrana. Engrampamos y clavamos todo para que no se mueva ni se vuele los días de tormenta. Recién ahí, colocamos los dos paneles de madera que serían el techo. Lo pusimos de manera tal que quede a “dos aguas”, lo q evita que se moje el interior de la casa.
El sol estaba cayendo y empezamos a preocuparnos. La puerta y la ventana no habían llegado todavía. No podíamos irnos sin terminar la vivienda. Martín también estaba ansioso, pero lo disimulaba bastante bien, aunque se comía las uñas y caminaba de un lado al otro. La ansiedad lo invadió y dijo: “¿Si no llega la puerta que hacemos?, no tengo plata para comprar una nueva, andá a saber cuándo puedo juntar el dinero…”. Lo tranquilizamos diciéndole que no nos íbamos hasta que no lleguen las aberturas, que prepare el mate que ya íbamos a terminar la casa. A la media hora llegó el camión con las cosas, Martín y Andrea sonrieron como aliviándose.
Bajamos la puerta, la ventana y nos dispusimos a colocarlas en su lugar. La puerta nos dio más trabajo que la ventana, pero pudimos arreglarla. Al principio no cerraba bien, quedaba una hendija por debajo, pero Martín limó uno de los bordes y quedó en perfectas condiciones.
Ya era de noche, no teníamos otra luz que la de la calle. Sin embargo, la casa quedó terminada. Esas paredes que antes eran paneles de madera iban a cubrir las ilusiones de la familia. Ese piso que estaba sucio de barro, iba a ser el lugar donde Claudio y sus hermanos jueguen. El techo iba a ser el cielo que vieron por tanto tiempo por el agujero de la chapa de la antigua casilla. La puerta, que tanto se hizo esperar, ya formaba parte de la nueva vida de la familia de Martín. La venta se convirtió en el lugar por donde entrarán los rayos del sol cada mañana y no el espacio por donde entra lluvia o frío.
Ahora le toca a la familia pintarla, colocar sus cosas personales, los pocos artefactos que poseen y colgar los dibujos que hicieron los chicos esa tarde mientras nosotros construíamos. Dibujos que reflejaban cómo veían ellos su nueva casa y que se transformarían en los objetos de mayor valor de ese hogar.
La casa que construimos es algo más que unas paredes de madera, es el nuevo hogar de Martín. Es la demostración del esfuerzo de la familia que vino de Chaco buscando trabajo y mejores condiciones de vida. Es la materialización de la esperanza que tomó forma de vivienda, de habitación, de sala de juegos, de cama, de sueños. Sueños que no perdimos y que nos hizo seguir hasta el final, hasta ver que la casa tenía puertas y ventanas. Y quizá estos elementos sean una metáfora de cómo Martín y Andrea esperaron tanto para poder salir de la casilla y darle un lugar más salubre a sus hijos, esas aberturas consiguieron que, al verlas abrir y cerrar, nos diéramos cuenta que se puede. Podemos construir una mejor sociedad, achicando cada vez más la brecha entre pobres y ricos. Haciendo que los que más tiene hagan donaciones, y que aquellos que nada tienen, puedan ver sus sueños hechos realidad. Y en ese proceso estamos los voluntarios, dando forma a esos sueños.
Ese día volví a mi casa muy cansada y, a la vez, llena de sentimientos. Algunos me sacaban una sonrisa, otros, una lagrima. Pensaba en Claudio, que el primer día nos recibió con desconfianza, en su vida cotidiana, en su futuro, en lo que soñaría esa noche en su nueva casa. Eso me daba tristeza, porque la casa era un paso más para el progreso de la familia, pero no el único. Y, al mismo tiempo, me alegraba al pensar que ya no vivirá en un lugar húmedo, con piso de barro, que se le iría la bronquitis crónica producto de las malas condiciones de la casilla. Son muchas las emociones, pero hay una sola opción: hacer algo por los demás. Crear esperanzas construyendo casas.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La contaminación ya es parte del paisaje






Se ha demostrado que en la ciudad de Mercedes, el Río Luján, presenta uno de los mayores porcentajes de contaminación. La basura ya es parte de la geografía de la zona y nadie se encarga de revertir la situación.

El río lujan es uno de los mayores cursos fluviales de la Provincia de Buenos Aires. Nace en el partido de Suipacha, de la unión de dos arroyos, “El durazno” y “Los leones”.

A partir de allí recorre las localidades de Mercedes, Luján, Pilar, Exaltación de la Cruz, Escobar, Campana, Tigre y San Fernando, desembocando en el Río de la Plata. Sus aguas recorren 128 kilómetros y posee diferentes arroyos. También, está comunicado con ríos importantes como el Reconquista y el Paraná de las Palmas.

Frente a la importancia y riqueza de este afluente, varias empresas, en su mayoría textiles, se han instalado a su margen provocando serios problemas de contaminación. A esto se suman los mataderos, frigoríficos, plantas de lácteos y demás empresas que se asentaron sobre los cientos de kilómetros que recorre el río.

Considerando estas irregularidades y que la contaminación del río crece exponencialmente, en 2004 la Cámara Civil de Mercedes, Sala 2ª, dictó un fallo en defensa del Río Luján, advirtiendo gravemente sobre el vertido de aguas residuales de naturaleza cloacal e industrial, teniendo en cuenta que han colapsado las plantas de tratamiento de efluentes cloacales en todo el país y la irresponsabilidad del sector industria. Sin embargo, esto no parece resolver las anomalías.

La Corte Suprema de Justicia ha probado en 2008 que, en la ciudad de Mercedes, la instalación de la Planta Depuradora de efluentes no soluciona los problemas ambientales pues se requiere la ampliación de las redes cloacales, que los desechos de la red cloacal de la ciudad son descargados sin tratar al curso del Río Luján a través de los canales pluviales y los análisis microbiológicos acreditan presencia de compuestos orgánicos e importante carga microbiana contaminado el río Luján y la atmósfera, entre otras evidencias.

Pese a las sanciones y la preocupación de los vecinos, las aguas siguen afectadas y, a simple vista, nadie se encarga de los residuos tóxicos. Sólo hace falta mirar el río para dar fe de esto.

En el parque municipal Independencia, la basura se acumula en las ramas, puentes, pasarelas y todos aquellos elementos que actúan como una suerte de colador que deja pasar el agua reteniendo lo que no deberían estar allí.

En las agua del afluente se baña gente, aunque esto esté prohibido; tiran residuos, aunque carteles indiquen lo contrario; se vierten residuos industriales, aunque la corte aplique sanciones. Se necesita un ente regulador que actúe con precisión para hacer cumplir las normas establecidas. Pareciera que el Código de Aguas, la Ley de Protección a las Fuentes de Provisión y a los Cursos y Cuerpos Receptores de Agua y a la Atmósfera, La Ley de Protección de los Recursos Naturales y del Ambiente y demás normas jurídicas se las ha llevado el agua.

Imprudencia, falta de conciencia ambiental, escasez de políticas de medio ambiente, negocios turbios, intereses empresariales; todas esas razones ayudan a que la situación empeore.

La población debe tomar conciencia que ese recurso tan vital que está siendo corrompido es parte de la vida de todos. Como ciudadanos, corresponde exigir que el río se depure y que el agua que tomamos día a día cumpla con las reglas de salubridad correspondientes.

El Río Luján pide ayuda y alguien debe hacer algo por él.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El negocio de las industrias discográficas

El músico Luis Alberto Spinetta dijo en octubre de 1996 en el manifiesto “El disco y el tiempo” que “la polución y la contaminación de este planeta no es sólo aquello que afecta a los ecosistemas, también es lo que late en los cerebros envenenados que restringen la creatividad, sólo para ambicionar aun mayor poder”.

Estas palabras surgieron luego de que el cantautor ofreciera, junto a su conjunto “Luis Alberto Spinetta y Los Socios del Desierto “, una serie de conciertos en el teatro Ópera. El disco que presentaron estuvo años sin poder ser editado porque las discográficas no respetaban su estilo artístico y no podían llegar a un acuerdo razonable, sobre todo, para los músicos. Fue así como Spinetta decide pronunciar estas duras palabras hacia las empresas que sólo quieren hacer negocios con el arte de la música.

El texto fue escrito hace más de 10 años, sin embargo, estos inconvenientes siguen siendo un problema para los artistas de hoy. No se respeta el orden de los temas que propone la banda, se cambia el arte de los discos, se reeditan sin consultar a los artistas y se cambian las fechas de lanzamiento, entre otras irregularidades. Esto trae como consecuencia el perjuicio de aquellos futuros compradores y consumidores de la música que deja millones de dólares a las compañías.

A pesar de estas cuestiones y negocios injustos, los músicos no ven otra opción que transar con las empresas de discos para obtener la fama deseada. Las discográficas se transforman en el único medio efectivo para lograr el reconocimiento de las bandas y que los músicos puedan vivir de lo que aman, la música.

Por otro lado, se puede pensar que, gracias a la tecnología y el uso de Internet, las compañías están perdiendo poder. Las descargas ilegales y clandestinas son más recurrentes que la compra de los discos originales. El público prefiere descargar desde la web canciones a gusto y placer, al hecho de gastar dinero en un álbum completo, considerando que el precio de los disco compactos aumentaron cuantiosamente.

La Federación Internacional de Industrias Fonográficas (IFPI) ha publicado que, por cada descarga legal, en la Red se generan otras 40 ilegales. Es por ello que, aunque el líder dominante de ventas de música online, el servicio iTunes de Apple, controle el 70% de este mercado, en realidad apenas controla una pequeña porción del total de descargas
online de todo el mundo. Analizando esta situación, las principales discográficas como EMI y Universal, asumieron la desventaja en la que se encuentran y decidieron unirse a este mecanismo.

Hay estadísticas recientes que demuestran que las empresas de discos pierden ventas en el mercado convencional de música. Mientras que en 2007 17 millones de personas adquirieron al menos un disco compacto dejaron de hacerlo en 2009. Los adolescentes y las personas de más de 50 años fueron las que, en mayor medida, abandonaron este formato. El informe agrega, además, que el año pasado 36 millones de personas compraron música a través de la Red, 8 millones más que en el 2007, y entre todos adquirieron 1.500 millones de temas. De la misma forma, los servicios que ofrecen música en streaming multiplicaron las cifras de seguimiento.

Este nuevo modo de difusión de música permite que las bandas puedan dar a conocer su trabajo, incluso aquellas que recién comienzan sus carreras y no poseen el dinero para invertir en publicidades o discos de gran calidad. Por lo tanto, subir temas musicales a Internet resulta una alternativa interesante para promocionarse.

Continuando con el manifiesto de Spinetta, agregó con respecto a este negocio que es su “obligación como padre la de advertir, a todos los pibes que hacen buena música, de las trampas que les esperan y alentar en ellos el valor que necesitarán para sortearlas”. Sin embargo, hay grupos musicales que no supieron resistir a los manejos de las compañías y con el tiempo cambiaron su esencia. Si uno analiza bandas argentinas como “Massacre” o “Catupecu Machu”, sus comienzos fueron más libres y desprejuiciados. Sus letras estaban más aliadas a la libre expresión que al comercio musical. El estilo que ejecutaban no es el mismo que el que realizan hoy. Era un rock más sincero y natural el que atrapó a los seguidores que los hicieron posicionar dentro del ranking de la música nacional.

A pesar de esto, parece que las compañías lograron captar la atención de los músicos y desviarlos del camino por el cual empezaron a andar. ¿Será que es justamente esto lo que provoca que el público deje de lado estas bandas y consuman online aquellas que no negocian con las discográficas? Replantear esto puede ser la alternativa a la polución y contaminación que envenena y coarta la creación de los artistas.

Al fin y al cabo, lo que se busca es que no se destruya “el campo donde florecerán las nuevas generaciones de músicos argentinos."

jueves, 21 de octubre de 2010

Censo 2010: con censistas y sin censados



Censo Nacional de Población,Hogares y Viviendas.





El próximo miércoles 27 se realizará el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas. Por este mismo motivo, ese día fue declarado feriado nacional para que todos los ciudadanos argentinos estemos en nuestros hogares y así poder recibir al censista, aunque algunos se nieguen a hacerlo por inseguridad y, sobre todo, por falta de confianza en cuanto a la manipulación de la información.

El censo 2010 no tuvo lugar aún, pero ya es polémico. A pesar que presenta características diferentes al último registro de 1990, este año la población está más desconfiada y las redes sociales fueron un medio recurrente para dar a conocer estás opiniones.

En Facebook y Twitter se crearon grupos y foros para debatir el tema. Argumentan que es inseguro abrirle al censista por más identificación personal que presente. Los datos que cada uno ofrece pueden tener destinos desconocidos de los cuales no se tiene conocimiento, como por ejemplo, que ese informe sea vendido a terceros y luego esas familias sean victimas de robos o de situaciones similares.

Otro punto en cuestión, es el manejo que realizará el Indec con las cifras recolectada. Según esta entidad, en diciembre de este año se sabrá cuantos somos los que habitamos el suelo argentino, incluso, aquellos que residen en la Antártida y las comunidades originarias que nunca habían sido censadas en años anteriores.

Muchas administraciones de propiedades horizontales de la Ciudad de Buenos Aires han decidido recibir a los censistas en los halls de entrada de los edificios para evitar la entrada de los encuestadores a los departamentos privados. Medida a la que muchos se han adherido pero que, desde los diferentes medios oficiales, han repudiado.

El diario El Argentino publicó el pasado domingo 10 de octubre, un artículo “advirtiendo” a la población sobre una campaña en contra del Indec y del Censo Nacional, argumentando que, de este modo, “imponen miedo a la sociedad” e incitan al ciudadano a no abrirle a los censistas o mentirles en las respuestas requeridas. Aseguraron que estas personas estarán correctamente identificadas con credenciales oficiales. Norberto Itzcovich, director administrativo y de operaciones del Indec, declaró que "no es necesario dar el apellido ni mostrar el DNI. Con el nombre de pila es suficiente. El censo consiste en una entrevista personal entre el censista y el censado, donde lo que vale es lo que se declara verbalmente".

Sin embargo, se hizo pública una denuncia de la Comisión Técnica ATE-Indec, integrada por profesionales de trayectoria desplazados del Indec a partir de 2007 tras haber denunciado una manipulación oficial de las estadísticas públicas, sobre las irregularidades del censo de este año. Cuestionan que las tareas preparatorias, en especial las del conteo y listado de viviendas, segmentación y preparación de la cartografía que se utilizará en el relevamiento, no fueron las adecuadas; que algunos censistas que ya están haciendo registros preliminares verificaron que hay datos que no coinciden con la realidad y a algunos les habrían recomendado que no censen casas tomadas, con lo cual, estas irregularidades podrían arrojar datos erróneos sobre el total poblacional.

Además, denuncian, en cuanto a la consulta sobre discapacidad, afrodescendientes y pueblos originarios, enfatizados especialmente por el Indec como novedad para ser registrada en este censo, sólo serán relevadas por el formulario ampliado, que llega al 10% de la población, mientras que al 90% restante le llega un formulario básico que no contiene esas especificaciones.

Otro punto cuestionado es el del presupuesto que conlleva el censo. Desde el oficialismo se dio a conocer la cifra de 303 millones de pesos, con los cuales se les pagará, a cada uno de los 650 mil censistas, 250 pesos la jornada de trabajo. Estas cifras, más los gastos estipulados para los distintos períodos de conteos del censo y la impresión de los formularios, dan un total de 523 millones de pesos, cantidad que no coincide con la anteriormente nombrada.

Cabe recordar que la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal pidió al Indec la suspensión del censo. Pese a esto, la entidad sigue trabajando y ya recibió 220 millones de pesos de parte del Poder Ejecutivo para el pago a los encuestadores.

La realidad es que faltan sólo nueve días para que los censistas recorran las calles del país y los ciudadanos dudan. El temor a los robos y a la manipulación de las estadísticas generan rechazo ante la situación.

El censo es necesario y debe respetarse, sin embargo, no es obligación responder las preguntas y proporcionar la verdadera identidad. Es por ello, que resulta necesario que las autoridades competentes transmitan tranquilidad a la población, más allá de dar seguridad a partir de la credencial o de mayor presencia policial. Lo que se duda es sobre las cifras y sus resultados, no sobre los censistas en particular.

No sabemos que números arrojará el empadronamiento, pero sí sabemos sobre la disconformidad de la gente.

jueves, 14 de octubre de 2010

Rutas peligrosas







Según los datos aportados por el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), de los 300.000 kilómetros lineales de caminos del país, el 5% recibe el 57% del tránsito total y en esa franja se registran las tres cuartas partes de todas las muertes en rutas argentinas. Solamente en las rutas nacionales 11, 9 y 7 se producen el 21% de los accidentes viales de la Argentina, lo que las lleva a liderar el trágico ranking.

Cada día que pasa suma más muertos a las estadísticas de vialidad de nuestro país. Y las rutas nacionales 11, 9 y 7 resultan las más peligrosas para transitar. Ya llevan registrados más del 20% de los siniestros viales que, en los primeros seis meses de este año, sumaron 11.996 con un saldo de 5365 muertos.

El hecho más significativo de estas últimas semanas con respecto a la inseguridad de las carreteras fue el accidente ocurrido en la madrugada del 27 de Septiembre en ruta 11 cuando un camión y una traffic colisionaron dejando 14 muertos y cinco heridos. El vehículo transportaba un grupo de danza infantil cuando a la altura del km 875 se vio frente al acoplado de un camión cargado de caña de azúcar que, sin luces laterales, intentó subir a la ruta desde un camino perpendicular a la misma. Dejó un gran saldo de muertos, entre ellos el chofer de la combi, y familias enteras destrozadas.

Este accidente es una muestra más de la falta de controles que hay en los caminos, ya sea que estén bajo la jurisdicción de la Gendarmería Nacional, de Prefectura, de la Policía Federal o provinciales. En todas las vías de circulación hay muchos carteles indicativos pero nadie que haga cumplir las normas.


Análisis del accidente

Al observar los detalles del siniestro encontramos infinitas irregularidades que se tendrían que haber previsto y, si los controles fuesen eficientes, el accidente no hubiese ocurrido o, al menos, no hubiese provocado tantas muertes.

Con respecto al camión Ford 7000 modelo 1979, no poseía luces traseras y laterales ni las fajas refractarias y los faros estaban mal calibrados. Sus dueños no pagaban la patente hace siete años, no poseía seguro contra terceros y el vehiculo, por sus condiciones, no podría pasar ni la más mínima verificación técnica. Y, en cuanto al chofer, Dante Sosa, tiene tan sólo 19 años, edad insuficiente para manejar ese tipo de camiones, por lo tanto, no estaba autorizado para transportar esa carga desde una chacra hasta el ingenio hasta que cumpliera los 21 años.

Por otro lado, la combi que transportaba familias y, sobre todo, niños tampoco estaba en regla. Haroldo Vásquez (63), chofer de la misma que resultó fallecido, volvía con padres y bailarines del ballet folklórico juvenil Retoños de Mi Pueblo de Villa Adelina, no tenía la licencia correspondiente para trasladar pasajeros, confirmaron las autoridades provinciales. Frente a esta situación, el juez solicitó la práctica de una nueva autopsia al cadáver del conductor del pequeño micro porque sospecha que no habría estado en condiciones de manejar.

Luego de lo ocurrido, las autoridades políticas de la Provincia de Santa Fe se reunieron con el jefe de Gendarmería Nacional, Manuel Cornejo, para regularizar la instalación de un puesto de control en Villa Ocampo, lugar donde sucedió el hecho. Esta iniciativa surgió después de las críticas a la provincia por no adherir a la ley nacional de seguridad vial que habilita a la Gendarmería y a la Agencia de Seguridad Vial a realizar controles y labrar actas de infracción en las rutas.

El pueblo santafesino lamenta las 14 muertes y vela por la salud de los heridos. Son muchas las incógnitas que se generan alrededor de la trágica eventualidad, sin embargo, las autoridades competentes deben alertarse cada vez más y tomar medidas en el asunto. A pesar de que la investigación de la tragedia en la ruta 11 se centra en la diligencia de los dos conductores, es necesario prestar atención al estado de las rutas nacionales y provinciales que recorren nuestro país.

El mal estado de las vías de tránsito

Los temas de discusión que surgen a partir de la conmoción que provocan estos infortunios giran en torno a las responsabilidades de los funcionarios, la falta de mantenimiento de las rutas, la ausencia de controles y la negligencia humana.

Tras recorrer más de 20.000 kilómetros de rutas argentinas, el Cesvi realiza anualmente un ranking de los 20 caminos donde ocurren mayor cantidad de accidentes de tránsito. Según los datos aportados por esta identidad, en el primer semestre del año el promedio de víctimas mortales fue de 26 personas diarias, mientras que, en ese lapso, 105 resultan heridas.

La ruta nacional 11, que une las provincias de Santa Fe, Chaco y Formosa, tiene un caudal vehicular diario de 20.700 vehículos en el tramo que va desde Resistencia, Chaco, hasta el cruce con la ruta nacional N° 16. Por otra parte, la ruta nacional N° 9 tiene un tránsito medio diario anual de 372.000 vehículos en los tramos de mayor acopio, como en el que va entre la avenida General Paz y la ruta provincial 4. Y, en tanto, la ruta nacional 7, que cruza desde Buenos Aires a Mendoza, tiene un caudal diario promedio de 150.600, en el trayecto más complejo que va desde la avenida General Paz hasta la ruta provincial 4.

Los especialistas en seguridad vial aseguran que hay tres ejes en los que se debe hacer hincapié: controles, educación e infraestructuras viales. "Cuando uno transita por las rutas y lee carteles que dicen curva peligrosa, puente angosto, banquina descalzada o zona de derrumbe, lo que se ve es que el Estado está confesando que es impotente para brindar una infraestructura vial segura", declaró Guillermo Laura, presidente de la fundación Metas Siglo XXI, quien, en 1998, presentó en el Congreso un proyecto para la creación del Programa de Modernización de la Infraestructura del Transporte Terrestre, iniciativa para que la red troncal vial sea de autopistas inteligentes, con lo cual se reducirían el 87% de las muertes en accidentes en rutas.

Según el Cesvi, no sólo alcanza una reconfiguración de las rutas, sino también, es necesaria una adecuada educación de los conductores. Para reducir el número de siniestralidad es necesario un plan de seguridad y educación vial integral. Un ejemplo de ello es la ruta N° 9 que, a pesar de ser autopista, registra un importante saldo de accidentes de tránsito.

Por otro lado, un componente que se repite en la mayoría de los incidentes en estas rutas son los camiones, que participan de un 30 por ciento de los accidentes viales de nuestro país.

Por las carreteras argentinas circulan 498.958 vehículos catalogados como transportes de carga que representan el 5,6 por ciento del total del parque automotor del país.

En el mayor porcentaje de los casos, el cansancio es la causa principal de los incidentes. A esto se le suman las presiones laborales, las imprudencias y la falta de obediencia a las normas de tránsito, el exceso de velocidad, la inexperiencia, la excesiva confianza del chofer por la monotonía del tránsito de los caminos, la ingestión de alcohol, los factores meteorológicos y el mal estado de las rutas. "El síntoma más claro es dejar de chequear los espejos; luego, dejar de observar las banquinas. Más tarde se pierde la atención al tablero de instrumentos y, por último, el conductor comienza a tener sólo una visión de la ruta más próxima a su vehículo y una mayor imprecisión en la reacción”, aseguran especialistas en vialidad del Cesvi.

Desde la Asociación Civil Luchemos por la Vida, opinan que los controles y las licencias de conducir deben ser más exigentes en cuanto a las evaluaciones, al igual que las sanciones aplicadas tanto a choferes como a las empresas de transporte. De lo contrario, no se llegará a tomar conciencia absoluta de parte de los ciudadanos, particulares y profesionales, que circulan necesariamente por las vías del país.

Ante semejantes eventualidades es necesario tomar recaudos cuando un conductor en ruta está frente a un camión.

La tragedia del colegio Ecos

Un hecho doloroso y significativo que se asimila a lo ocurrido el mes pasado en la ruta N° 11, es el accidente que protagonizaron los alumnos del colegio Ecos de Capital Federal. El 8 de Octubre de 2006 los estudiantes volvían de Chaco tras realizar tareas solidarias en esa provincia cuando fueron víctima de las malas condiciones de las rutas y la imprudencia de los conductores.

El micro en el que viajaban era manejado por un chofer sin experiencia ni habilitado para dicha tarea, mientras que, el conductor del camión contra el cual chocaron estaba alcoholizado. Estas causas más el deterioro y la mala infraestructura de la carretera hicieron que ocurra la tragedia que produjo la muerte de una maestra y de nueve alumnos.

Desde ese momento, padres y compañeros de las victimas luchan para cambiar la realidad en cuanto a vialidad. Ya han presentado varios petitorios ante las autoridades para que la Seguridad Vial sea una política de Estado y que se tome conciencia de los muertos que nuestras rutas cobran a diario.

Entre sus pedidos, reclaman que el Ministerio de Trabajo efectivice un sistema de descanso de choferes de camiones y micros pensando en las condiciones seguras de trabajo, como así también un sistema de control riguroso. También reclaman al Poder Legislativo que se modifique el Código Penal aumentando las penas para que, los delitos derivados de hechos de tránsito con consecuencias graves o fatales, tengan un castigo ejemplar que induzca a los conductores a respetar las normas de tránsito.

Los familiares de los chicos del colegio Ecos, reviven el sufrimiento ante cada nuevo accidente. "Se siente indignación e impotencia porque esto demuestra una vez más la ceguera de la Justicia y de los gobernantes... Ocurrió lo mismo que con nosotros hace cuatro años; lo mismo", dijo conmovido Sergio Kohen, padre de Nicolás, fallecido aquel 8 de octubre de 2006, al referirse al accidente de este septiembre pasado.

Además, deja en evidencia la peligrosidad de las rutas, sobre todo la ruta nacional 11, la cual posee tan sólo siete metros y medio de calzada, lo que hace que los camiones se crucen a 60 centímetros de distancia, y se cobra peaje en cuatro cabinas durante todo su trayecto.

Tomemos conciencia

Lo importante de los casos es la consecuencia que dejan estas tragedias. Muertes que no pueden suplirse y un sufrimiento que acompañará de por vida a todas las familias que han perdido a sus seres queridos, familias enteras, como sucedió con los habitantes de Villa Adelina, y grupos de amigos, como los chicos de Ecos.

La conciencia ciudadana es fundamental para revertir la situación vial, sin embargo, se necesitan políticas concretas y acciones urgentes. Estamos hablando de vidas que se van en un segundo por imprudencia, malas condiciones de las rutas y faltas de controles permanente.

No sirven campañas de responsabilidad sólo en lugares o temporadas donde se espera mayor caudal de vehículos en las rutas, como en las vacaciones o fines de semanas largos; no es suficiente el control vehicular obligatorio sólo en ciertas provincias; no alcanza con afiches al costado de las rutas para mostrar la cruel realidad.

Es imprescindible que se apliquen medidas severas frente a irregularidades que cometen los particulares, también se debe sancionar a las empresas que tienen empleados irresponsables y que salen a las rutas con pesos superiores a los permitidos, sin licencias habilitadas y bajo condiciones pésimas de seguridad, sin nombrar las malas condiciones de trabajo.

Es una tarea en conjunto entre ciudadanos y Estado. Con la predisposición y solidaridad del pueblo, y la función educadora y ordenadora del Estado, las muertes por accidentes viales serán menores y nuestro país no integraría los rankings de rutas más peligrosas.

viernes, 1 de octubre de 2010

Estudiantes a estudiar

Muchas marchas de estudiantes han sido

noticia en estas últimas semanas. Cortaron calles, tomaron escuelas y facultades, reclaman mejoras edilicias, educación para todos, planes sociales para estudiantes y requieren por otros derechos que les corresponden. Pero también podemos pensar, ¿es esta la manera de luchar?, ¿es necesario llevar tres semanas sin clases, retrasando mesas de exámenes y obligando al resto de los compañeros a cesar con la educación?, ¿es esto un reclamo justo? Pareciera que no, ya que la situación no mejora y nada parece convencer a los estudiantes para retomar con su derecho primordial y su deber de estado que es estudiar.

La educación en Argentina siempre estuvo marcada por la política y los intereses correspondientes a cada época. Entre 1550 y 1700 estuvo centrada en la escolaridad primaria a cargo de las órdenes religiosas (franciscanos, dominicos y más tarde, jesuitas) y basada en la evangelización y en el uso del idioma español con carácter obligatorio. Luego, fue la burguesía criolla quien adoptó los ideales de la Ilustración. La educación se orientó hacia el comercio, la marina, la agricultura y los oficios, con carácter práctico y utilitario.

Avanzando en el tiempo, ya a mediados de 1800 y lograda la autonomía, el país se vio carente de profesionales de la educación se implementó el sistema lancasteriano (el Gral. San Martín fue uno de sus defensores) que, apoyándose en alumnos monitores, intentaba compensar las desigualdades en el aula. Se trataba de una educación memorística y de dura disciplina. En 1853, La Constitución Nacional estableció el derecho a educar y enseñar como una responsabilidad atribuida a los gobiernos provinciales.

La educación tuvo un papel esencial en la constitución de la nación, considerada una condición para hacer del país una república. En ese contexto se sancionó la Ley Nº1420 de educación común, de carácter obligatorio, estatal, laico y graduado. Por este motivo, en las primeras décadas del siglo XX, la población escolar se duplicó, alcanzando al 70% de los niños de edad entre seis y trece años.

A partir de 1930, con la llegada del peronismo al poder, se redactaron nuevos programas educativos y se impusieron celebraciones y conmemoraciones a tono con el enaltecimiento de la pareja presidencial, determinación que no compartían muchas de las familias argentinas. Luego, en la década del 60, surgieron los cuestionamientos y empezó a vigorizarse la problemática en la educación por influencia de las nuevas corrientes pedagógicas. Las interrupciones democráticas (1966–1973 y 1976–1983) resultaron golpes a la enseñanza argentina, truncando la libertad de cátedra, entre otras consecuencias que trajo el proceso militar. En este período, sucedieron dos hechos significativos para la historia del país en las que los estudiantes fueron sus protagonistas, conocidos como La noche de los bastones largos y La noche de los lápices.

Pero, actualmente y viviendo en democracia, suponemos que estas desgracias que dejan heridas en el país no deberían suceder, ni siquiera la lucha de los estudiantes en las calles.

Los gobiernos democráticos deben asegurar a todos los niños y adolescentes en edad escolar, una educación libre y gratuita, y aportar herramientas para el desarrollo de la persona durante el resto de su vida. Esto mismo sucede en la educación universitaria, como en la Universidad de Buenos Aires, la cual depende del estado nacional. Las políticas nacionales deben contemplar estos inconvenientes y los ocurridos anteriormente para evitar las manifestaciones que afectan a todos los ciudadanos. En la educación de estos jóvenes está el futuro de todos.

Quizás los estudiantes de hoy deberían repetir la siguiente frase del científico Albert Einstein: Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”. ¿Será que los estudiantes no toman conciencia del valioso poder que da el conocimiento?

Por el bien de la sociedad toda, es necesario que esta situación de cese educativo se revierta y que todas las partes involucradas lleguen a una solución válida para todos, sin perjudicar la educación de nadie y aceptando los errores para después remediarlos. Para ello se crean diferentes planes como el “Programa Nacional de conveniencia escolar”, “El observatorio argentino de violencia en las escuelas” y “Construcción de ciudadanía en las escuelas”, entre otros proyectos que, considerando la situación actual, deberán ser revisados en cuanto a su efectividad dentro de los procedimientos escolares.

La protesta estudiantil es justa, las falencias educativas son evidentes, pero usemos la razón y no hagamos de este derecho universal una cuestión política de la cual nadie se hace cargo o parecen no saber revertir.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La solidaridad es lo último que se pierde


Actualmente, se viven muchas injusticias sociales. Niños con hambre, que trabajan, que no van a la escuela. Ancianos viviendo en la calle, sin comida ni abrigo. Madres sin hogar, golpeadas y sin trabajo.

Podríamos seguir enumerando infinitas situaciones de marginación, indigencia y problemas que parecen no tener solución, sin embargo, en medio de esta crisis social, hay algo que nunca se pierde y se ve en cada rincón del país: la solidaridad de los argentinos.

Solidaridad entendida como “la adhesión circunstancial a la causa o principios de otros”[1], como fraternidad y ayuda.

Se crean a cada momento organizaciones no gubernamentales que se encargan de aquellas cuestiones que deberían ser parte de políticas de estado. Los sujetos se organizan para ayudar al prójimo necesitado, ya sea para que obtengan una vivienda digna, para alimentarlos, para ofrecerles conocimientos sobre ciertos oficios, brindarles abrigo, ropa y todo lo necesario para una vida digna.

El argentino es solidario por naturaleza y, aunque en lo cotidiano uno no lo note, sólo hace faltar mirar alrededor y veremos que al menos una persona está ayudando a otra de alguna u otra manera.

Si analizamos los resultados de las colectas masivas más importantes del país, notaremos que es cada vez mayor la adhesión de la gente a las causas solidarias. La última campaña organizada por UNICEF y Grupo Clarín, “Un sol para los chicos”, logró, entre donaciones particulares y de empresas privadas, una recaudación de $8.233.239. Por otra parte, la colecta “Más x menos” que depende de la Conferencia Episcopal Argentina, cierra todos sus trabajos anuales con un número superior a los seis millones de pesos. ¿Acaso, no son estos números sinónimo de la solidaridad del pueblo?

Cuando la situación parece cada vez peor, afloran estos sentimientos de compasión que llevan a las personas a actuar, se comprometen con la causa para poder revertirla.

Las necesidades del otro que, lamentablemente, son cada vez mayores provocan la acción del ciudadano.

Un gran país se sustenta en bases sólidas, y la solidaridad está más arraigada que nunca en nuestro suelo argento. Y, como dijo el Papa Juan Pablo II, “la solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, el bien de todos y cada uno para que todos seamos realmente responsables de todos”.




[1] SOLIDARIDAD. En: Diccionario enciclopédico ESPASA. Madrid: Espasa-Calpe, 1993. P. 1567

martes, 21 de septiembre de 2010

Pichón Garay y una historia de misterios


Juan José Saer en La pesquisa, nos vuelve a mostrar su perfección en las narraciones y precisión en las palabras.

La novela comienza con una cena entre amigos, entre ellos su recurrente personaje Pichón Garay, quienes dialogan a cerca de un asesino de ancianas en París quien es perseguido por la policía. Sin embargo, a medida que avanza el relato, se va entrelazar con el descubrimiento de un misterioso manuscrito. Su búsqueda implicará un largo viaje de amigos en lancha por un río sin orillas.

La pesquisa no sólo es una novela policial, sino una mirada detalla de la realidad y una reflexión sobre ella donde el crimen y la locura logran una acertada conjunción.

Largos párrafos, oraciones extensas y descripciones puntualizadas a la mínima referencia hacen que la lectura sea continua y atenta. El autor consigue centrar la atención del lector a pesar de la languidez de las narraciones. Inmensa descripción visual y sensorial involucran a todo aquel que lea las páginas de este libro.

La novela puede ser considerada la mayor obra policial de Juan José Saer, uno de los más destacados escritores de la literatura argentina contemporánea.

El novelista y ensayista nació en Santa Fe en 1937, se radicó en París donde fue profesor en la facultad de Rennes (Francia), donde logró realizar una vasta obra narrativa que abarca cinco libros de cuentos y once novelas entre las que se destacan Glosa, La pesquisa y Nadie nada nunca. En 1991 publicó el ensayo El río sin orillas y, años posteriores, continuó escribiendo ensayos literarios como El concepto de ficción y La narración-objeto. Su producción poética está compilada en El arte de narrar.

El autor, quien falleció en 2005, consiguió gran prestigio en el mundo literario, al punto tal que su obra ha sido gratificada con el Premio Nadal y traducida a más de ocho idiomas.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La teoría de los “seis grados de separación”


El dicho popular “el mundo es un pañuelo” está demostrado con teorías matemáticas y las redes sociales se encargan de comprobarlo.

Doña Elsa vive en Avellaneda y es vecina de Marcos. Marcos estudia Biología con Esteban. Esteban es primo de Verónica. Verónica es amiga de Patricia. Patricia fue a la misma escuela que la princesa Máxima Zorreguieta. La princesa Máxima compartió una cena con el Rey de España. O sea, Doña Elsa y el Rey de España están unidos por tan sólo cinco personas.

Relaciones como estas se generan a cada segundo en todo el planeta y queda confirmado matemáticamente en la teoría de los “seis grados de separación” la cual se basa en la idea que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en una cadena de personas, y sólo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en toda la población humana del universo.

Aunque la teoría fue propuesta en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en una historia llamada Chains, en la década de los 50, Ithiel de Sola Pool y Manfred Kochen, se propusieron demostrar la hipótesis matemáticamente. Comenzaron con el siguiente enunciado "dado un conjunto de N personas, ¿cuál es la probabilidad de que cada miembro de estos N estén conectados con otro miembro vía k1, k2, k3, kn enlaces?". Luego de 20 años de estudios no pudieron demostrarlo pero, en 1967, el psicólogo estadounidense Stanley Milgram lo planteó de un modo diferente que llamó “el experimento del pequeño mundo”. Este ensayo consistió en la selección al azar de varias personas del medio oeste estadounidense para que enviaran tarjetas postales a un extraño situado en Massachusetts. Los remitentes conocían el nombre del destinatario, su ocupación y el lugar de residencia aproximado. Se les indicó que enviaran el paquete a una persona que ellos conocieran directamente y que pensaran que fuera la que más probabilidades tendría de conocer al destinatario. Esta persona tendría que hacer lo mismo y así sucesivamente hasta que el paquete fuera entregado personalmente a su receptor final. Como resultado, de observó que la entrega terminal llevó como promedio tan sólo de cinco a siete intermediarios por lo que la teoría se llamó, desde ese entonces, “seis grados de separación”.

En la actualidad, esta tesis se hace cada vez más visible en las redes sociales, ya sea Facebook, Twitter, Messenger o blogs. Y, justamente, las nuevas tecnologías inspiraron a profesores de la Universidad de Columbia para volver a comprobarlo pero, esta vez, vía e-mails que fueron enviados a 100 millones de personas bajo el slogan "¿Puede cualquiera en el mundo alcanzar a cualquier otro a través de una cadena de solo 6 amigos o contactos? Con su ayuda, intentaremos descubrirlo".

Lo explicó en una oportunidad el Licenciado Adrián Paenza: “Si alguien saludó alguna vez a Maradona, por ejemplo, y este le dio la mano al Papa, esto quiere decir que aquel que saludó a Maradona está en grado dos con el Papa”. O sea, Doña Elsa y el Rey de España están a cinco grados de separación.