miércoles, 11 de mayo de 2011

Hablar a pesar de todo

A lo largo de la historia han surgido grandes personajes. Algunos por su talento artístico o deportivo, otros por su entrega a los demás, por su intelecto y otros por guiar pueblos.Muchos pudieron haber vivido en épocas diferentes pero siempre podemos encontrar puntos en común entre ellos y estudiando nuestro pasado hallamos muchos ejemplos de ello.
Uno de los más significativos es el caso de Moisés y El Rey Jorge VI de Gran Bretaña. Pueden resultar muy lejanos entre sí pero un conflicto a nivel personal los une y mucho, la tartamudez.


En la película “El discurso del Rey, que se estrenó en 2010 y dirigida por Tom Hooper, se muestra el drama que sufre el Duque Alberto Federico Arturo Jorge de Windsor, interpretado por Colin Firth, al asumir el Reinado de Reino Unido el 11 de diciembre de 1936. El film se basa en su dificultad para pronunciar discursos en público, ya sea en actos ante el pueblo o hablando por radio.

Jorge VI tuvo que asumir al cargo a pesar de ser el segundo hijo del Rey Jorge v y María de Teck debido a que su hermano Eduardo VIII decide casarse con una divorciada socialista llamada Wallis Simpson, a quien no se le dio el visto bueno en la familia real y sus allegados.

La esposa de Jorge, Elizabeth Bowes-Lyon, encarnada en la película por la actriz Helena Bonham Carter, fue uno de los pilares importantes para que él pueda superar la disfemia producto de algunas cuestiones psicológicas que habría producido su padre cuando el Rey era pequeño.

El film, nominado a doce Premios Oscar y cinco Globos de Oro, hace hincapié en el tratamiento poco tradicional que recibió Jorge VI. Quien trató la tartamudez del Rey fue un actor y terapeuta del habla llamado Lionel Logue, un australiano que, anteriormente, había realizado tratamientos a los ex combatientes de la Primera Guerra Mundial que volvían del campo de batalla con problemas para expresarse debido al shock que le produjeron sus vivencias allí.

Con un gran esfuerzo y convicción de que él podía superar este obstáculo, Jorge VI finalmente dio su gran discurso. Éste consistió en una conferencia radial en septiembre de 1939 en la que se informaba a la población que el país entraba en guerra, la Segunda Guerra Mundial.Pero el Rey de Gran Bretaña no fue el único que tuvo que superar esta prueba al dirigir a su pueblo, al hablarle y unirse en una sola voz, Moisés, el personaje del Antiguo Testamento, también sufrió el mismo problema del habla.

Cuenta la historia antigua que este profeta bíblico que, según el libro sagrado del judaísmo “La Torá”, era el hombre encomendado por el Dios Yahvé para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y como su máximo profeta y legislador. Y para ello tuvo que lidiar con su tartamudez o, como lo describe el libro sagrado, tenía pesadez al hablar.

Cuando Moisés tenía tres años, estaba sentado a la mesa junto a sus abuelos adoptivos —el faraón y su esposa—, la princesa Batía y los ministros. El niño bajó del regazo de Batía y caminó hacia el rey. Levantó su corona y la colocó sobre su propia cabeza. Uno de los consejeros del faraón exclamó que se trataba de una señal profética y que Moisés le arrebataría el trono. Es por ello que otro ministro sugirió una prueba, proponiendo que se colocase enfrente del niño un diamante y un carbón ardiente, se podría determinar su verdadera inteligencia. Moisés agarró el carbón ardiente, y lo llevó a su boca. Como resultado, se quemó los labios y la lengua.

De ahí en más, le fue dificultoso hablar.

Por tal motivo, la tradición oral cuenta que el pueblo hebreo, teniendo conocimiento de la incapacidad de Profeta para la retórica, comprendió que su líder sólo podía dirigirse a ellos por una influencia divina, o sea, fue Dios quien le dio la fe la confianza para que pueda dirigirse a su pueblo.

En un principio, Moisés se dirigía a los hebreos a través de su hermano Aarón pero con esta influencia divina pudo hablar el mismo con el pueblo, hecho que está descrito

en el libro del Éxodo:

“4:10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre

de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”.

“4:11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al

hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?”

“4:12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te

enseñaré lo que hayas de hablar”.

Moisés, al igual que el Rey Jorge VI, superó la disfemia. Ambos personajes de la historia que tuvieron la responsabilidad de guiar a su pueblo, padecieron la misma dificultar al enfrentar a todos los ciudadanos que estaban bajo su mando. Sin embargo, fue la confianza la que los hizo superar esta alteración de la fluidez al hablar. Uno de ellos lo consiguió a partir del tratamiento que recibió de un profesor que luego sería su amigo, quien le dio seguridad en sí mismo y lo ayudó a comprender el origen de ello. Y el otro, lo consiguió a partir de la fe y del don que Dios le otorgó para cumplir la profecía y lograr la liberación de todo el pueblo judío.

Para concluir, tomemos una frase de Marie Curie, la física de nacionalidad polaca que, a pesar de ser mujer, recibió dos Premios Noble en el siglo XIX: “La vida no es fácil, para ninguno de nosotros. Pero... ¡Qué importa! Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado para realizar alguna cosa y que esa cosa hay que alcanzarla, cueste lo que cueste”.