En un año donde escuchamos día a día palabras como “elecciones primarias”, “postulaciones”, “listas”, “padrones”, “presidente”, “cambiemos esto”, “cambiemos aquello”, pero a la vez no escuchamos ninguna propuesta de gobierno para salir de la situación en la que estamos; es muy notable el boom de los libros políticos que vio la luz en estos meses.
Últimamente, se nota una tendencia a politizar todo, incluso aquello que resulta ser, hace más de 30 años, una actividad cultural que ocupa la atención de grandes y chicos:
El predio de
Algunos de los títulos más vendidos fueron Economía en 3D, de Martín Lousteau, Zonceras argentinas y otras yerbas, de Aníbal Fernández, Historia de Argentina desde los pueblos originarios hasta el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, de Eduardo Duhalde, La audacia y el cálculo, de Beatriz Sarlo, El flaco, de José Pablo Feinman y el ensayo histórico De Perón a Kirchner, de Norberto Gallasso.
Todos éstos no fueron publicados por casualidad ni por pura suerte, cada uno de ellos responde, perfectamente, a una ideología y sabe a qué público se dirige y a quién apunta sus balas de tinta. Sin embargo, lanzar un libro en
El auge y los elevados números que arrogaron las ventas de este tipo de libros, muestra que vender obras sobre política o funcionarios es un gran negocio. Un ejemplo es el de la editorial Colihue, de Aurelio Narvaja, que se dio el gusto de publicar libros de política únicamente y llevar a distintas figuras a los debates. Sindicalistas, ministros, intelectuales y políticos tuvieron un lugar adecuado para las conferencias de prensa que ofrecieron Carlos Tomada, Eduardo Jozami, Eduardo Duhalde y Jorge Taiana, entre otros. Todos ellos, involucrados en los próximos comicios.
Además del aspecto comercial, esta Feria produjo un efecto muy similar a lo ocurrido en la década del `60, se dio un “boom literario” donde todos los latinoamericanos salimos a las librerías a comprar Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez y novelas del realismo mágico. Sucesos marcados por cambios socio-históricos y un interés por la cultura hispana por parte de Estados Unidos y América.
A pesar de la invasión de estas obras en todos los medios, ya que los autores pasearon por los distintos programas de televisión - incluso los de chimentos como el caso de Lousteau-, lo ideal sería que esta situación nos sirva para reflexionar como lectores. Esta clase de libros no deberían publicarse sólo cada cuatro años, sino de manera continua ya que nuestros políticos siempre dicen frases dignas de ser repetidas, sobre todo, cuando se tratan de mentiras.