jueves, 14 de octubre de 2010

Rutas peligrosas







Según los datos aportados por el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), de los 300.000 kilómetros lineales de caminos del país, el 5% recibe el 57% del tránsito total y en esa franja se registran las tres cuartas partes de todas las muertes en rutas argentinas. Solamente en las rutas nacionales 11, 9 y 7 se producen el 21% de los accidentes viales de la Argentina, lo que las lleva a liderar el trágico ranking.

Cada día que pasa suma más muertos a las estadísticas de vialidad de nuestro país. Y las rutas nacionales 11, 9 y 7 resultan las más peligrosas para transitar. Ya llevan registrados más del 20% de los siniestros viales que, en los primeros seis meses de este año, sumaron 11.996 con un saldo de 5365 muertos.

El hecho más significativo de estas últimas semanas con respecto a la inseguridad de las carreteras fue el accidente ocurrido en la madrugada del 27 de Septiembre en ruta 11 cuando un camión y una traffic colisionaron dejando 14 muertos y cinco heridos. El vehículo transportaba un grupo de danza infantil cuando a la altura del km 875 se vio frente al acoplado de un camión cargado de caña de azúcar que, sin luces laterales, intentó subir a la ruta desde un camino perpendicular a la misma. Dejó un gran saldo de muertos, entre ellos el chofer de la combi, y familias enteras destrozadas.

Este accidente es una muestra más de la falta de controles que hay en los caminos, ya sea que estén bajo la jurisdicción de la Gendarmería Nacional, de Prefectura, de la Policía Federal o provinciales. En todas las vías de circulación hay muchos carteles indicativos pero nadie que haga cumplir las normas.


Análisis del accidente

Al observar los detalles del siniestro encontramos infinitas irregularidades que se tendrían que haber previsto y, si los controles fuesen eficientes, el accidente no hubiese ocurrido o, al menos, no hubiese provocado tantas muertes.

Con respecto al camión Ford 7000 modelo 1979, no poseía luces traseras y laterales ni las fajas refractarias y los faros estaban mal calibrados. Sus dueños no pagaban la patente hace siete años, no poseía seguro contra terceros y el vehiculo, por sus condiciones, no podría pasar ni la más mínima verificación técnica. Y, en cuanto al chofer, Dante Sosa, tiene tan sólo 19 años, edad insuficiente para manejar ese tipo de camiones, por lo tanto, no estaba autorizado para transportar esa carga desde una chacra hasta el ingenio hasta que cumpliera los 21 años.

Por otro lado, la combi que transportaba familias y, sobre todo, niños tampoco estaba en regla. Haroldo Vásquez (63), chofer de la misma que resultó fallecido, volvía con padres y bailarines del ballet folklórico juvenil Retoños de Mi Pueblo de Villa Adelina, no tenía la licencia correspondiente para trasladar pasajeros, confirmaron las autoridades provinciales. Frente a esta situación, el juez solicitó la práctica de una nueva autopsia al cadáver del conductor del pequeño micro porque sospecha que no habría estado en condiciones de manejar.

Luego de lo ocurrido, las autoridades políticas de la Provincia de Santa Fe se reunieron con el jefe de Gendarmería Nacional, Manuel Cornejo, para regularizar la instalación de un puesto de control en Villa Ocampo, lugar donde sucedió el hecho. Esta iniciativa surgió después de las críticas a la provincia por no adherir a la ley nacional de seguridad vial que habilita a la Gendarmería y a la Agencia de Seguridad Vial a realizar controles y labrar actas de infracción en las rutas.

El pueblo santafesino lamenta las 14 muertes y vela por la salud de los heridos. Son muchas las incógnitas que se generan alrededor de la trágica eventualidad, sin embargo, las autoridades competentes deben alertarse cada vez más y tomar medidas en el asunto. A pesar de que la investigación de la tragedia en la ruta 11 se centra en la diligencia de los dos conductores, es necesario prestar atención al estado de las rutas nacionales y provinciales que recorren nuestro país.

El mal estado de las vías de tránsito

Los temas de discusión que surgen a partir de la conmoción que provocan estos infortunios giran en torno a las responsabilidades de los funcionarios, la falta de mantenimiento de las rutas, la ausencia de controles y la negligencia humana.

Tras recorrer más de 20.000 kilómetros de rutas argentinas, el Cesvi realiza anualmente un ranking de los 20 caminos donde ocurren mayor cantidad de accidentes de tránsito. Según los datos aportados por esta identidad, en el primer semestre del año el promedio de víctimas mortales fue de 26 personas diarias, mientras que, en ese lapso, 105 resultan heridas.

La ruta nacional 11, que une las provincias de Santa Fe, Chaco y Formosa, tiene un caudal vehicular diario de 20.700 vehículos en el tramo que va desde Resistencia, Chaco, hasta el cruce con la ruta nacional N° 16. Por otra parte, la ruta nacional N° 9 tiene un tránsito medio diario anual de 372.000 vehículos en los tramos de mayor acopio, como en el que va entre la avenida General Paz y la ruta provincial 4. Y, en tanto, la ruta nacional 7, que cruza desde Buenos Aires a Mendoza, tiene un caudal diario promedio de 150.600, en el trayecto más complejo que va desde la avenida General Paz hasta la ruta provincial 4.

Los especialistas en seguridad vial aseguran que hay tres ejes en los que se debe hacer hincapié: controles, educación e infraestructuras viales. "Cuando uno transita por las rutas y lee carteles que dicen curva peligrosa, puente angosto, banquina descalzada o zona de derrumbe, lo que se ve es que el Estado está confesando que es impotente para brindar una infraestructura vial segura", declaró Guillermo Laura, presidente de la fundación Metas Siglo XXI, quien, en 1998, presentó en el Congreso un proyecto para la creación del Programa de Modernización de la Infraestructura del Transporte Terrestre, iniciativa para que la red troncal vial sea de autopistas inteligentes, con lo cual se reducirían el 87% de las muertes en accidentes en rutas.

Según el Cesvi, no sólo alcanza una reconfiguración de las rutas, sino también, es necesaria una adecuada educación de los conductores. Para reducir el número de siniestralidad es necesario un plan de seguridad y educación vial integral. Un ejemplo de ello es la ruta N° 9 que, a pesar de ser autopista, registra un importante saldo de accidentes de tránsito.

Por otro lado, un componente que se repite en la mayoría de los incidentes en estas rutas son los camiones, que participan de un 30 por ciento de los accidentes viales de nuestro país.

Por las carreteras argentinas circulan 498.958 vehículos catalogados como transportes de carga que representan el 5,6 por ciento del total del parque automotor del país.

En el mayor porcentaje de los casos, el cansancio es la causa principal de los incidentes. A esto se le suman las presiones laborales, las imprudencias y la falta de obediencia a las normas de tránsito, el exceso de velocidad, la inexperiencia, la excesiva confianza del chofer por la monotonía del tránsito de los caminos, la ingestión de alcohol, los factores meteorológicos y el mal estado de las rutas. "El síntoma más claro es dejar de chequear los espejos; luego, dejar de observar las banquinas. Más tarde se pierde la atención al tablero de instrumentos y, por último, el conductor comienza a tener sólo una visión de la ruta más próxima a su vehículo y una mayor imprecisión en la reacción”, aseguran especialistas en vialidad del Cesvi.

Desde la Asociación Civil Luchemos por la Vida, opinan que los controles y las licencias de conducir deben ser más exigentes en cuanto a las evaluaciones, al igual que las sanciones aplicadas tanto a choferes como a las empresas de transporte. De lo contrario, no se llegará a tomar conciencia absoluta de parte de los ciudadanos, particulares y profesionales, que circulan necesariamente por las vías del país.

Ante semejantes eventualidades es necesario tomar recaudos cuando un conductor en ruta está frente a un camión.

La tragedia del colegio Ecos

Un hecho doloroso y significativo que se asimila a lo ocurrido el mes pasado en la ruta N° 11, es el accidente que protagonizaron los alumnos del colegio Ecos de Capital Federal. El 8 de Octubre de 2006 los estudiantes volvían de Chaco tras realizar tareas solidarias en esa provincia cuando fueron víctima de las malas condiciones de las rutas y la imprudencia de los conductores.

El micro en el que viajaban era manejado por un chofer sin experiencia ni habilitado para dicha tarea, mientras que, el conductor del camión contra el cual chocaron estaba alcoholizado. Estas causas más el deterioro y la mala infraestructura de la carretera hicieron que ocurra la tragedia que produjo la muerte de una maestra y de nueve alumnos.

Desde ese momento, padres y compañeros de las victimas luchan para cambiar la realidad en cuanto a vialidad. Ya han presentado varios petitorios ante las autoridades para que la Seguridad Vial sea una política de Estado y que se tome conciencia de los muertos que nuestras rutas cobran a diario.

Entre sus pedidos, reclaman que el Ministerio de Trabajo efectivice un sistema de descanso de choferes de camiones y micros pensando en las condiciones seguras de trabajo, como así también un sistema de control riguroso. También reclaman al Poder Legislativo que se modifique el Código Penal aumentando las penas para que, los delitos derivados de hechos de tránsito con consecuencias graves o fatales, tengan un castigo ejemplar que induzca a los conductores a respetar las normas de tránsito.

Los familiares de los chicos del colegio Ecos, reviven el sufrimiento ante cada nuevo accidente. "Se siente indignación e impotencia porque esto demuestra una vez más la ceguera de la Justicia y de los gobernantes... Ocurrió lo mismo que con nosotros hace cuatro años; lo mismo", dijo conmovido Sergio Kohen, padre de Nicolás, fallecido aquel 8 de octubre de 2006, al referirse al accidente de este septiembre pasado.

Además, deja en evidencia la peligrosidad de las rutas, sobre todo la ruta nacional 11, la cual posee tan sólo siete metros y medio de calzada, lo que hace que los camiones se crucen a 60 centímetros de distancia, y se cobra peaje en cuatro cabinas durante todo su trayecto.

Tomemos conciencia

Lo importante de los casos es la consecuencia que dejan estas tragedias. Muertes que no pueden suplirse y un sufrimiento que acompañará de por vida a todas las familias que han perdido a sus seres queridos, familias enteras, como sucedió con los habitantes de Villa Adelina, y grupos de amigos, como los chicos de Ecos.

La conciencia ciudadana es fundamental para revertir la situación vial, sin embargo, se necesitan políticas concretas y acciones urgentes. Estamos hablando de vidas que se van en un segundo por imprudencia, malas condiciones de las rutas y faltas de controles permanente.

No sirven campañas de responsabilidad sólo en lugares o temporadas donde se espera mayor caudal de vehículos en las rutas, como en las vacaciones o fines de semanas largos; no es suficiente el control vehicular obligatorio sólo en ciertas provincias; no alcanza con afiches al costado de las rutas para mostrar la cruel realidad.

Es imprescindible que se apliquen medidas severas frente a irregularidades que cometen los particulares, también se debe sancionar a las empresas que tienen empleados irresponsables y que salen a las rutas con pesos superiores a los permitidos, sin licencias habilitadas y bajo condiciones pésimas de seguridad, sin nombrar las malas condiciones de trabajo.

Es una tarea en conjunto entre ciudadanos y Estado. Con la predisposición y solidaridad del pueblo, y la función educadora y ordenadora del Estado, las muertes por accidentes viales serán menores y nuestro país no integraría los rankings de rutas más peligrosas.

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